Helena Cabruja

Y tú, ¿qué quieres ser de mayor? ¿Qué es lo que te apasiona?

He tardado años en encontrar la respuesta a esta pregunta tan típica que solemos hacer los adultos. De hecho, nunca imaginé que la sensación amarga que dejan la duda y el fracaso podrían convertirse en buenos motores a la hora de trazar mi hoja de ruta personal y en consecuencia mi trayectoria profesional.

He estudiado las carreras de Fisioterapia y Psicología de la Salud, y me he especializado en Terapia Regenerativa, que incluye conocimientos en Alimentación Consciente, Psiconeuroinmonología y Movimiento funcional. He vivido en Girona, París y Canarias... Y a pesar de los aprendizajes, experiencias y voluntad de todos estos años, todavía me frustraba el hecho de avanzar y no poder dar una respuesta clara a esa pregunta: “Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?

Fruto de ese malestar, me inicié en la práctica del Yoga.

Buscaba relajarme, un espacio donde desconectar y cuidar de mí. No sabía que, en aquella práctica, encontraría la almohada donde sentarse y ordenar todo el equipaje que llevaba encima. Tampoco imaginaba que dejaría un trabajo estable e iría a hacer un retiro a un ashram del Sur de la India.

• Helena lleva el collar Blossom Essence de oro blanco, topazis y diamantes

Allí, me liberé durante meses de cualquier confort y distracción. Dormía en el suelo, comía con las manos, convivía con criaturas que se encontraban en condiciones deficientes y aceptaba las incertidumbres del día a día. Aquello me permitió descubrir lo importante que es moverse por la vida:

debemos atravesarla y no sólo pasar de puntillas.

Así que, una vez vuelvo a Girona, decido arrancar BalanceArte , el proyecto que actualmente me permite integrar todo lo que he descubierto, personal y profesionalmente, a lo largo de todos estos años. Es la mejor manera que se me ocurre ayudar a las personas, sobre todo a las mujeres, a cuidarse y despertar su propia vida. Y es acompañándolas que yo también consigo despertar mi propia salud.

De pequeña, me hubiera gustado huir de esa peculiar manera que tenemos los adultos de entender el mundo:

como si realmente fuera necesario tener las cosas claras para atrevernos a hacerlas, ¡como si tuviéramos la virtud de poder controlar con detalle todo lo que se nos presenta!

Ser consciente de este aprendizaje podría haberme ahorrado vivir muchos momentos de incertidumbre, de miedo, de estar pendiente de “lo que va a pasar”; también me habría hecho sentir más orgullosa y responsable del camino que iba trazando.

Quizás nos convendría confiar más en nuestros pasos, los que nos hacen mover en el aquí y en el ahora, y también en todas las posibilidades que puede brindarnos la vida. Sea como fuere, lo que tengo claro es que quiero seguir viviendo de esta manera apasionada, sintiendo y conectando cada nuevo paso que hago !

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